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CAMPESINOS

14 de noviembre de 2021

Productores Independientes de Piray: “Donde había solo tierra dura, ahora crecen alimentos sanos”

ARGENTINA:
Mandioca, batatas, zapallo, maní crecen en las hectáreas recuperadas por 70 familias productoras. Sin agrotóxicos y recuperando la biodiversidad, producen alimentos sanos –que entregaron de forma solidaria durante la pandemia– a la espera de que el gobierno de Misiones cumpla con la ley y entregue todas las tierras expropiadas a la forestal extranjera Arauco.

Por Sergio Alvez

Desde Puerto Piray, Misiones

“Estaba dura la tierra, al principio no quería salir nada”, dice Bartola Pérez, contemplando con satisfacción ese suelo ahora cubierto de ramas de mandioca, de batatas listas para cosechar, de maní. Ese “principio” al cual se refiere es 2017, cuando las familias que componen la organización Productores Independientes de Piray (PIP) accedieron a 166 hectáreas de tierras expropiadas a la multinacional forestal Arauco. Todo sucede en Puerto Piray, norte de Misiones, donde el monocultivo de pino y eucalipto, así como el grado de extranjerización de la tierra, alcanza niveles que atentan contra el desarrollo de la agricultura familiar y jaquean la permanencia de los pequeños productores en sus lugares de origen.

Son 70 las familias que forman parte de PIP. Cada una fue experimentando y encontrando, con la ayuda de técnicos de la Secretaría de Agricultura Familiar, los cultivos de mejor rendimiento para esos suelos que sólo conocían de monocultivo forestal. Hoy, la diversidad de la producción es sumamente amplia y abarca todo tipo de hortalizas, frutas y hierbas. Dentro de este espectro, la mandioca y el maíz son las especies que abarcan mayor superficie.

El acceso a la tierra fue posible por la lucha que se tradujo en la Ley XXIV N° 11 en 2013, en la que se declaró “de utilidad pública y sujeto a compraventa y expropiación de una superficie total de 600 hectáreas” de la empresa Arauco en favor de las familias de PIP. En base a los consensos alcanzados por esa norma, con el gobierno provincial de Misiones como garante, la multinacional Arauco debió haber hecho entrega efectiva a la organización de una segunda tanda de tierras, 107 hectáreas más. Hasta el momento eso no ocurrió.

“Dónde antes una empresa plantaba pino hasta en nuestros patios, logramos recuperar esas tierras y hoy los alimentos que cosechamos sanamente alimentan a miles de familias”, reivindican desde PIP.

 

Múltiples cultivos, múltiples manos y ni un veneno  

Bajo su sombrero “piri” (típico gorro de paja de origen paraguayo), Félix Duarte sonríe y detalla cada uno de los once tipos de mandioca que cultiva en su parcela. Como el recordado soldado Bubba Blue de la película Forrest Gump que ostentaba conocer todo sobre camarones, Félix pareciera atesorar vastos saberes en torno al milenario tubérculo. “Cultivo once tipos de mandioca en estas tierras que resultaron ser excelentes para producirlas: Cano guazú, Cano’í, Pomberí, Seda, Señorita, Chará, Toledo, Caballero’i, Pyta’í, Tava’í, y otras más. Tengo clientes en todo el pueblo, que vienen a buscarlas. Algunos las quieren ya peladas, otros las llevan así nomás. También se busca mucho la fécula”, cuenta el colono, que desde el 18 de septiembre pasado es presidente de la Asociación PIP.

Otro productor, Juan Zacarías, quien durante décadas se dedicó al cultivo de tabaco —práctica que abandonó “porque uno sufre mucho y se enferma con los agroquímicos”— coincide en que “para la mandioca estas tierras son muy buenas”, aunque también asegura que “la batata que producimos aquí, tiene una calidad y un sabor que antes no había probado”.

Blanca Avalos, en cambio, pondera sus zapallos. “Produzco varios tipos de zapallo. Es lo que más vendo en las ferias y puerta a puerta. Pero también se da muy bien el maíz, la hoja verde y el maní”, describe. Una de las claves, concuerda la mayoría, está en la restricción absoluta para el uso de agrotóxicos. “Nosotros usamos abono orgánico y biofertilizantes, acá no hay ni habrá una gota de veneno” afirma Miriam Samudio.

La producción se comercializa directo del campo, puerta a puerta, en ferias francas, en encuentros regionales en distintos puntos de la provincia, pero la producción colectiva también alcanza para abastecer el Mercado Central de Posadas, capital provincial, a 200 kilómetros de Puerto Piray.

“Que en nuestro pueblo nadie pase hambre”

Desde aquel primer acceso a la tierra expropiada en 2017 —escrituradas finalmente en febrero pasado— se puso en marcha el proyecto de PIP de “curar” la tierra, reemplazando los pinares por alimentos saludables y diversos. Esa idea ya lleva cinco cosechas y alcanza la mesa familiar de miles de familias argentinas. Pero a nivel organizativo, lógicamente, las dinámicas de funcionamiento y las prioridades debieron modificarse para PIP a partir de la pandemia.

“Lo primero que destacamos cuando hablamos de la pandemia es que en la organización no tuvimos que lamentar compañeros fallecidos y llegamos a tener unos pocos casos. Nos cuidamos mucho, aunque tuvimos que suspender muchas actividades planificadas, y nos vimos obligados a hacer las cosas como se podía. Pero además, pusimos en primer plano la solidaridad y nos arremangamos para ayudar a nuestro pueblo en esos momentos tan dramáticos” recuerda Félix.

A su lado, con un puñado de perfumadas hojas de menta en su palma (listas para sumergirse en una helada jarra de tereré), Miriam Samudio asegura que “la gente, al no poder salir a trabajar y no conocer mucho del coronavirus sentía pánico. Y allí es donde nosotros quisimos dar una mano. Fue entonces que organizamos la ayuda solidaria con alimentos de las tierras del PIP”.

En aquellos primeros meses de pandemia, PIP cosechó y embolsó más de 30 mil kilos de mandioca y batata, que fueron enviados a Buenos Aires y distribuidos en la red de comedores de la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) —organización que integran a nivel nacional— para paliar la situación de quienes más estaban sufriendo la emergencia sanitaria.

Para nosotros la solidaridad es parte de la lucha y en ese momento no dudamos. Hicimos envíos fuera de la provincia, mientras que en nuestro pueblo nos dimos la estrategia de preparar bolsones bajo la consigna El PIP te alimenta puerta a puerta’, para ofrecer frutas y verduras a voluntad. Quienes no podían pagar se quedaban con los bolsones igual”, recuerda Samudio.

Por su parte, Nélida Almeida, una de las jóvenes agricultoras referentes del área Género de PIP, mantiene vívidas imágenes de aquella etapa: “Salimos a distribuir los bolsones en cachapé (carro arrastrado por bueyes). Había abuelos que lloraban de emoción al recibir los bolsones. Había gente que se emocionaba y a veces terminaba retribuyendo con mucho más del valor de las verduras y no aceptaban dar menos. Nuestro objetivo fue que en nuestro pueblo nadie pasara hambre”.

Hierbas medicinales y semillas de biodiversidad para la post pandemia 

Ya sin las restricciones de la pandemia que impedían las reuniones, el PIP comienza a retomar proyectos que habían quedado en suspenso. Uno de ellos tiene que ver con la elaboración de hierbas medicinales, apuesta en la que están mayormente involucrados los adultos mayores de PIP.

“Estamos trabajando con una dinámica de taller, para aprovechar los saberes que tienen los mayores, que son muchos, y la bondad de la tierra. La idea es hacer plantines, envasados, y derivados como pomadas y sahumerios”, cuenta Almeida.  Bartola Pérez agrega: “Acá crece ajeno, manzanilla, romero, menta, cedrón, marcelita, paico, y un montón de variedades de hierbas medicinales. Queremos organizar mejor esa producción”.

También avanza un plan para la creación de un Banco de Semillas de PIP, que según explica Miriam Samudio, es necesario para “poner a resguardo, colectar, guardar y conservar semillas con el fin de evitar que se extingan, como una forma de preservar y revitalizar la biodiversidad que aquí tenemos”.

Cada uno de los proyectos tiene forma de sueños y no se limitan a la producción de alimentos. Emprendimientos culturales y sociales se entrelazan con el quehacer de la agricultura familiar cotidiana. Recientemente lograron fortalecer las áreas de prensa y Secretaría de Género, encabezada por Alicia Vera, con equipamiento técnico y capacitaciones financiadas por un proyecto que resultó ganador en el programa Puntos de Cultura de Nación.

También, cuenta Nélida Almeida, para poner en marcha espacios donde pensamos la soberanía alimentaria y la agroecología desde lo artístico, planificaron un gran mural colectivo en la sede de PIP y reorganizaron la biblioteca. “Son muchos aspectos que también hacen a nuestros objetivos como organización”, valora la joven productora de PIP.  

La lucha por la tierra de Productores Independientes de Piray continúa

“De las primeras 166 hectáreas entregadas por la empresa en 2017, 80 son las que están siendo utilizadas para la producción de alimentos. El resto, son bañados y zonas de vertientes que estamos recuperando —precisa Samudio, la histórica lideresa— En 2018, la empresa tenía que entregarnos la segunda tanda para que podamos ampliar la producción. Ese fue el cronograma acordado y ellos no cumplieron. El Estado debe hacer lo que corresponda para que la empresa cumpla, porque los plazos están agotados y saldremos a luchar por lo que nos corresponde”.

El comportamiento de Arauco —empresa de capitales chilenos que posee cerca del 10 por ciento del total de la superficie de la provincia de Misiones y en algunos municipios como Puerto Piray más del 60 por ciento— es inversamente proporcional al respeto que las familias productoras han mantenido en función a los acuerdos alcanzados.

Nosotros nunca avanzamos sobre un centímetro de tierra que no se haya entregado formalmente. Sin embargo, nos encontramos con que en 2019, la empresa estaba desmontando y plantando pino en las tierras que debían habernos entregado. Fue entonces que fuimos, arrancamos esos pinos y plantamos maíz”, cuenta Nélida Almeida. 

En mayo pasado, el gobierno provincial —bajo control del Frente Renovador de la Concordia— comunicó oficialmente que “en esta segunda etapa, la Provincia va  adquirir 107,4 hectáreas que serán otorgadas a la cooperativa de productores (PIP), con el fin garantizar la producción de alimentos y diversos emprendimientos con valor agregado”. 

El pasado 21 de septiembre, la organización salió a la ruta nacional 12 —como lo hizo desde 2005 cuando se conformó el grupo fundador familias de Barrio Unión, Santa Teresa y Kilómetro 18— para hacer visible este reclamo en el marco de una protesta en apoyo al acampe de la UTT frente al Congreso por Ley de Acceso a la Tierra y por la reglamentación de la Ley 27.118 de Reparación Histórica de la Agricultura Familiar.

Queremos la tierra para que cada vez más familias puedan producir alimentos sanos. Nosotros aquí en Misiones demostramos con nuestra experiencia, que es posible cambiar el rumbo”, sentenció la organización en las rutas.



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