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MIGRANTES

29 de octubre de 2023

Mujeres y niñas migrantes la más vulnerables y con mayor necesidad en su ruta a Estados Unidos

HONDURAS:
Danlí, El Paraíso, Honduras. Desde horas tempranas de la mañana, las mujeres, rodeadas de hombres, niños y niñas, comienzan a juntar hojas y ramas secas que caen de los viejos árboles del Parque Monumento a la Madre.

Mientras su familia se cubre del sol, dentro de una polvosa tienda de acampar, Bárbara, una joven venezolana de 18 años, comienza a atizar el fuego y coloca una vieja olla para calentar el poco arroz que les sobró de la noche anterior.

Las mujeres migrantes, sobre todo las más jóvenes, cuentan historias dolorosas de los abusos que sufren o son testigos durante su paso por la selva o tapón del Darién, la frontera natural entre Panamá y Colombia.

Bárbara ha logrado un poco de suerte, salió de la selva del Darién, junto a sus hermanos, mamá y padrastro, sin ser víctima de abusos, sin embargo, cuenta que fue una experiencia fuerte: “había muertos, animales, los niños se ahogaban, amanecía gente muerta en carpas”.

Al vaivén del cucharón con el que mueve el arroz, Bárbara recuerda que durante su paso por la selva sobrevivió comiendo panela. Tras contar su travesía por Panamá, Costa Rica y Nicaragua, asegura que lo vivido no se lo “desearía ni a su peor

El Parque Monumento a la Madre se encuentra sobre la carretera principal de Danlí El Paraíso, departamento donde se ubica la frontera La Manos, entre Honduras y Nicaragua. El polvoriento parque y los viejos árboles de Guanacaste se han convertido en el hogar de miles de migrantes que ingresan al país.

De acuerdo con el portal del Instituto Nacional de Migración, entre enero a septiembre de 2023, por Honduras han cruzado 330 mil 546 migrantes de diferentes nacionalidades.

El Monumento a la Madre es insuficiente para las decenas de migrantes que no pueden salir de Danlí para seguir su paso por Honduras. Familias enteras, algunas lideradas por madres solteras, se quedan en la zona oriental por falta de recursos económicos.

Dermaris Lien es venezolana, madre de dos niñas y un niño. En una pequeña tienda de acampar pasan el sol y la lluvia desde su llegada a Danlí, hace 22 días.

“No tengo el pasaje suficiente, en la otra plaza no han llegado los autobuses que dicen sacan a los inmigrantes, tengo que pagar 111 dólares, tres puestos porque el niño no paga”, dice Dermaris, echando una mirada a su pequeño hijo que extiende la mano para pedir dinero a los conductores que circulan en las cercanías del parque.

Según la información del Instituto de Migración, hasta el 27 de septiembre, un total de 149 mil 790 personas de nacionalidad venezolana ingresaron a territorio hondureño por la delegación de Trojes y Danlí, El Paraíso.

Sin embargo, el monitoreo de terreno de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) indica que el número de personas “en movimientos mixtos que ha transitado por Honduras en 2023 supera las 400,000 personas”.

El monitoreo de ACNUR detalla que la diferencia entre los datos oficiales y la Agencia de la ONU “existe porque no todas las personas que entran irregularmente al país, se registran con el INM –Instituto Nacional de Migración- para obtener un permiso de tránsito con una validez de 5 días, entre otras razones”.

Dermaris Lien recuerda que llegó a Honduras con apenas cincos dólares: “nos hemos puesto a pedir, los niños más que todo, con lo que nos han ayudado hemos completo 37 dólares, nos regalan comida, nos regalan ropa”.

De acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Migración, en los últimos nueve meses, a Honduras han ingresado 82 mil 208 mujeres y 26 mil 680 niñas migrantes.

Por otra parte, ACNUR, en su reporte mensual de vulnerabilidades y necesidades de protección de las personas refugiadas y migrantes que entran a Honduras por la frontera con Nicaragua, identificó que, del 100 por ciento de las personas migrantes entrevistas, 58 por ciento eran mujeres.

Johana es una mujer venezolana, camina la ruta migratoria junto a sus dos hijos y esposo. Las lágrimas se asoman cuando recuerda el paso por la selva del Darién: “de Panamá para acá, no hay nada, los niños de dos años mueren, personas se deshidratan porque no tienen comida, hay muchos muertos”.

Asegura que no se arrepiente de haber iniciado la ruta hacia Estados Unidos “porque mis hijos están bien, mi esposo está bien; hay que seguir adelante”.

Danlí “colapsó”

Las estadísticas oficiales indican que 109 mil 135 migrantes ha ingresado por la delegación de Trojes, El Paraíso, mientras que 92 mil 447 han sido registradas en la delegación de Danlí.

José Aníbal Valladares, asistente de la delegación del Comisionado Nacional de los Derechos Humanos (CONADEH) en Danlí, comenta que la asistencia del gobierno, a través del Centro de Atención al Migrante Irregular (CAMI) es insuficiente ante el incremento de personas migrantes, puesto que tiene una capacidad para atender a 150 personas por noche.

“En lo que va de este año, están entrando por la Frontera Las Manos alrededor de cuatro mil a cinco mil personas migrantes a diario, como CONADEH hemos hecho un llamado al gobierno, porque la ciudad de Danlí colapsó, para que haga un mega albergue”, apunta Valladares.

El CONADEH insiste en la creación de un mega albergue, puesto que la aglomeración de personas en las calles, sin las condiciones para atender sus necesidades básicas, podría provocar el descontrol de casos de malaria, que ya han sido detectados en la zona.

Iniciando octubre, la Unidad de Vigilancia de la Secretaría de Salud decretó una alerta por tres meses en el departamento de El Paraíso, ante los casos de malaria que se han registrado en las últimas semanas.

El doctor Lorenzo Pavón, jefe de la Unidad de Vigilancia, indica que hasta la fecha han detectado 15 casos de malaria en el oriente del país, de los cuales 13 son en migrantes venezolanos.

Pavón explica que el tratamiento convencional que se utiliza en Honduras es resistente a la malaria proveniente de países de Suramérica y del continente africano: “los pacientes que son detectados con la enfermedad deben ser ingresados al hospital, especialmente al Hospital Gabriela Alvarado; cabe resaltar que no hemos detectado casos de fiebre amarilla”.

Agrega que, frente a la problemática migratoria, el abordaje tiene que realizarse de forma multisectorial, “es decir hacerse brigadas para visitar los asentamientos donde se ubican los migrantes”.

La Agencia de la ONU para los Refugiados ha informado que el número de personas venezolanas ha aumentado significativamente a partir de febrero de 2023 y desde marzo alrededor del 50 por ciento de todas las personas en movimientos mixtos que transitan por el país son de Venezuela.

Decenas de migrantes que logran salir de Danlí, El Paraíso, realizan el transbordo de bus que les llevará hasta Agua Caliente, frontera con Guatemala. La estación está localizada en las afueras del municipio de Tatumbla, Francisco Morazán.

Viliman Bocourt es una migrante venezolana que, junto a sus hijos y esposo, busca llegar hasta Estados Unidos y cuenta que durante el paso por la Selva del Darién les robaron dinero y sus teléfonos móviles.

“Hasta acá llevamos un mes y medio, seis días duramos en la selva; bien duro la travesía porque no venimos con mucho dinero, hemos tenido que trabajar y por eso hemos tardado demasiado”, describe Viliman, mientras carga a su pequeño hijo, a la espera de abordar el bus.

La delegación del CONADEH en Danlí, El Paraíso, denuncia que las empresas de transporte autorizadas para el traslado de las personas migrantes están duplicando el valor del boleto de bus.

Mario Fonseca, técnico de la unidad de desplazamiento forzado del CONADEH en Danlí, explica que el precio autorizado por el Instituto Hondureño del Transporte Terrestre (IHTT) es de 5 dólares, desde la Frontera Las Manos hasta el Instituto Nacional de Migración (INM) en Danlí.

“Resulta que cuando la gente en movilidad humana llega de Las Manos –Frontera- hay un transbordo en una gasolinera llamada Los Mangos, en el Paraíso, entonces les cobran otros cinco dólares al INM, van duplicando lo que dice la tabla”, detalla Fonseca.

A la espera de abordar el siguiente bus, Viliman recuerda que ha sido muy difícil dejar a su familia en Venezuela: “duramos como un mes sin comunicación porque nos robaron en la selva, nos robaron dinero, nos robaron teléfonos, en Estelí –Nicaragua- fue que pudimos recuperar todo eso”.

Karla Rivas, integrante del Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación (ERIC) y la Red Jesuita Con Migrantes, explica que el aumento del flujo migratorio de personas venezolanas está relacionado con las condiciones estructurales de su país.

“Venezuela ahora tiene 7 millones de personas que están refugiadas en muchísimas partes del mundo, porque las condiciones económicas del país han ido a peor en los últimos años, por otro lado, tiene un impacto las políticas que está aplicando Estados Unidos abriendo visa humanitaria que no cumple las expectativas y necesidades de esta población”, agrega Rivas.

Al igual que muchas personas y familias migrantes, Viliman, Bárbara, Dermaris Lien y Johana han realizado trabajo en las calles vendiendo dulces, pidiendo dinero y comida para continuar su tránsito por Honduras, condiciones que les exponen a la vulneración de derechos humanos.

Según el último monitoreo de ACNUR Honduras, las personas entrevistadas indican como principal motivo para abandonar su país la falta de empleo o bajos ingresos, miedo debido a la violencia generalizada e inseguridad, y, en algunos casos, víctima de violencia, amenazas o intimidación.

 

Nota: Gentileza de Radio Progreso de Honduras



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