Las extensas plantaciones de pinos y eucaliptos generan una red de caminos y utilizan prácticas de cosecha intensiva: raleo, tala rasa, madereo, etc.…, en ciclos de corta duración, no dando tiempo a la recuperación de los sitios y, por tanto, agotando rápidamente los nutrientes del suelo. Las empresas forestales no implementan medidas de protección frente a los impactos sobre el suelo, el agua y la biodiversidad. La pérdida de suelo se acrecienta con lluvias torrenciales. Esto, a diferencia de lo que sucede con los bosques nativos. En el lago Lanalhue ha aumentado la acumulación de sedimentos en el fondo del lago por la presión ejercida por la industria forestal. Masivas pérdidas de suelo en años lluviosos han provocado avalanchas de barro, perjudicando las tomas de agua de comunidades mapuche. En el lago Vichuquén, la empresa forestal que ha talado los bosques nativos, ha llevado al aumento del nitrógeno del lago, deteriorando la calidad del agua debido a la proliferación de algas, pérdida de oxígenos y muerte masiva de la biodiversidad. Desde 1980 ha habido uso extensivo del fuego para eliminar el bosque nativo y reemplazarlo por plantaciones comerciales. Las empresas forestales que han exterminado el bosque nativo para reemplazarlo por pinos y eucaliptus, fuer on subsidiados por el Estado mediante el decreto-ley 701, dictado por Pinochet. Hoy, las grandes empresas forestales presentan planes de manejo a CONAF por superficies inferiores a 500 hectáreas. Esta posibilidad les favorece y así eluden su ingreso al Sistema de Evaluación Ambiental (SEIA). En consecuencia, las empresas forestales no someten sus proyectos de explotación forestal a evaluación ambiental.