Por: Milton Rodriguez

“Es es bien difícil, es bien difícil para nosotros, por ejemplo, en el Oriente del país, que es donde más hemos vivido la migración de aquellos que salen -del país-, cuando llegan a la parroquia a decirle al párroco: «Padre, denos la bendición, encomiéndenos en esta misa porque ya mañana sale este, mañana se llevan a esta, con todo lo que quiere decir ese caminar y ahora con la condición que se tiene de llegar a decir que son delincuentes. No, no, eso es terrible”.

Así lo expresó Monseñor Willian Iraheta, obispo de la Diócesis de Santiago de María, al reflexionar sobre el sufrimiento que viven los migrantes que en Estados Unidos sufren percusión y están siendo criminalizados.

El obispo subraya que migrante es una condición de la persona, no es la persona en sí. Explica que en la actualidad se tiende a confundir la condición con la persona, pero remarca que el migrante es un ser humano que va buscando mejorar su vida y que necesita apoyo.

Iraheta opina en la misma dirección del Papa Francisco, quien desde el inicio de su pontificado en 2013, puso la crisis migratoria global en el centro de su ministerio, desafiando a líderes políticos y fieles a responder con compasión ante el sufrimiento humano.

YSUCA le preguntó al obispo de Santiago de María qué hace falta a los cristianos para poder ser hospitalarios con los migrantes y los que sufren, Iraheta respondió: “Bajar la guardia, dejar de defendernos, ser más hermanos y más fraternos”.

En los últimos días se ha visto a personal del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos (ICE, en inglés) realizando una serie de redadas migratorias con agentes armados. A estas personas que sufren persecución el obispo les envía un mensaje de fe y les dice que la Iglesia está rezando por ellos. “Es terrible que aquellos que tienen el uso del poder, lo ejercen de esta manera y es triste que gente que se gana la vida dignamente le hagan esto”, dijo.

Es triste que personas que se ganan la vida dignamente sean perseguidas así. Que lleguen a sus lugares de trabajo para deportarlos es inhumano y está lejos de cualquier valor cristiano. No se trata de leyes, se trata de humanidad, concluye el líder religioso.

Hace unos días, los obispos de la Conferencia Episcopal de El Salvador publicaron una carta pastoral denominada: “Una voz con esperanza que clama en el desierto” en la que se pide no colaborar en la lucha de los grandes países colonizadores contra los migrantes. Subrayan que la migración es un derecho humano y recuerdan el rico legado que ha dejado Francisco al respecto. “Los migrantes no son delincuentes, ni criminales”, se lee en la carta pastoral.