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IGLESIA

23 de enero de 2022

50 años del supuesto accidente de aviación que le cegó la vida a nuestro obispo profeta Gerardo Valencia Cano

COLOMBIA:
GERARDO VALENCIA CANO (SANTO DOMINGO/ANTIOQUIA, 1917 – FARALLONES/ANTIOQUIA, 1972)
Protagonistas y eventosFue en el hogar de Doña María Cano Tobón y Don Juan de Dios Valencia Osorio, en la población de Santo Domingo (Antioquia) donde nació Gerardo Valencia Cano, el 26 agosto de 1917. Es el mayor de la familia de 12 hijos.

Por: Olga Lucía alvarez Benjumea, Presbítera Católica Romana

 

A la familia de Gerardo le tocó vivir y soportar la crisis económica de 1930, él tenía 13 años en ese entonces. Don Juan, pequeño comerciante, se vio acosado por sus acreedores y el negocio de la familia quebró. En la pobreza Gerardo descubrirá su vocación profética. A comienzos de 1932, decidió ingresar al Seminario de Misiones de Yarumal (Antioquia), recién fundado por el obispo de Santa Rosas de Osos (Antioquia), monseñor Miguel Angel Builes. En 1934 fue nombrado como profesor del seminario el padre Aníbal Muñoz Duque, quien desde entonces, fue su orientador, confesor y director espiritual. A finales de 1938, ante monseñor Builes, Gerardo, de rodillas, profesa como miembro del Instituto de Misiones Extranjeras de Yarumal.

Fue ordenado sacerdote el 29 de noviembre de 1942 en la capilla del seminario del Instituto de Misiones. Al día siguiente canta su primera misa en el pueblo de Santo Domingo, el mismo que le dio la espalda a su familia cuando cayó en desgracia. En 1943, Aníbal Muñoz, rector del Seminario de Misiones, lo nombra como profesor de historia, francés y latín. En 1944 viajó a Bogotá con el fin de especializarse en filosofía en la Universidad Javeriana, donde estuvo dos años. Luego regresa a Yarumal para asumir la prefectura de disciplina del Seminario Mayor, convirtiéndose así en el superior inmediato de los estudiantes de filosofía y teología.

El 27 de julio de 1949 es nombrado por el Papa Pio XII como primer Prefecto Apostólico del Vaupés, que en aquel entonces comprendía también los hoy departamentos del Guainía y Guaviare. Allí, su alma misionera se expande, viajando por los ríos bravíos, desafiando las peligrosas cachiveras, los peligros de la selva, haciéndose “indio con los indios”. Allí también conoció a Sofía Müller, misionera evangélica norteamericana, quien sola evangelizaba a los indios en sus propios idiomas y les traducía el Nuevo Testamento. Gerardo se pregunta ¿si ella lo hace por qué no lo podría hacerlo centenares de señoritas católicas?

Su inmenso amor a la selva y sus habitantes le inspiró el “Himno del Vaupés”, cuya letra escribió y cuya música compuso, identificándose como “Soy hijo de la selva, un hermano del tucán, mi carcaj abunda en flechas y en hevea el siringal”. Ahí, a mediados de 1950, dejó plasmados sus sentimientos misioneros, ecológicos y espirituales que le suscitó su amado Vaupés.

Enamorado de la selva y sus pueblos indios recibe la noticia de nombramiento como primer Vicario Apostólico del puerto de Buenaventura, noticia que no es de su total agrado. Fue consagrado en Yarumal el 24 de mayo de 1953 para el ejercicio de su ministerio episcopal hasta el día de su muerte el 21 de enero de 1972. A pesar de la oposición de monseñor Builes pero con el apoyo de monseñor Aníbal Muñoz, para entonces obispo de Bucaramanga, fundó, llegando a Buenaventura, la Unión Femenina Misional UFEMI, con jóvenes laicas de Bogotá, Medellín, Cali y Manizales quienes constituirán equipos misioneros.

En su calidad de obispo, en los años 1962-1965 participó en el Concilio Ecuménico Vaticano II en Roma. Fue tal el impacto del Concilio en Gerardo, que a partir de entonces ya no será más el mismo. Antes de la clausura del Concilio, el 16 de noviembre de 1965, en las Catacumbas de Santa Domitila, firmó el “Pacto de las Catacumbas” junto a 40 obispos, quienes acuerdan “Una Iglesia servidora y pobre”. Gerardo, cumplió a cabalidad su compromiso, se despojó de arreos episcopales, de títulos y privilegios. Pedía, se le llamara simplemente Gerardo, el pueblo le llamaba cariñosamente “Moncho”, o el “Hermano Mayor”.

En 1964 fundó el Seminario de San Buenaventura siendo su objetivo principal la formación de un clero afro-pacífico. Simultáneamente, fundó otras instituciones educativas para fortalecer los valores propios de los afros. A él se le atribuyen: El Instituto Industrial de San José, El Hogar de Jesús Adolescente, La Normal de Señoritas, El Colegio San Vicente, El Instituto de la Anunciación, La Escuela de Artesanías del Pacífico, El Instituto Matia Mulumba.

Por los ríos y veredas fue fundando Escuelas Rurales. Llevó los servicios del SENA (Servicio Nacional de Aprendizaje). Dio su respaldo y apoyo al Colegio Pascual de Angadoya, al Liceo Femenino del Pacifico. A través de él, también llegó a Buenaventura el Plan Padrinos (Plan Foster). Institución de gran ayuda para miles de familias y niños pobres.

En 1966 Gerardo es designado como el primer presidente del Departamento de Misiones del CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano). Con gran celo en su trabajo tomó las riendas de este Departamento; lo mismo hizo como presidente del Centro Antropológico Colombiano de Misiones, en cuya revista Ethnia escribió regularmente.
Del 20-27 de abril de 1968 realiza el Encuentro de Misiones en Melgar (Tolima), con la participación de 18 obispos y varios misioneros venidos de diferentes partes de América Latina. Se reunieron con 40 especialistas en diferentes ciencias y disciplinas a fin de buscar y dar solución a las necesidades de la Pastoral Misionera analizando y reflexionando los Documentos del Concilio.

En junio de 1968 participa y acompaña en Viotá (Cundinamarca) al grupo de sacerdotes denominado “Golconda”, a fin de reflexionar y estudiar en profundidad la
encíclica “Populorum progessio” (1967) de Pablo VI. Del 26 de agosto al 8 de septiembre de 1968 participó en la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Medellín. Terminada la Conferencia, sus conclusiones no fueron bien recibidas por la mayoría de los obispos colombianos. Le toca a Gerardo vivir un ambiente pesado de tensiones con sus colegas y los medios de comunicación. Esta situación no le amedranta ni le asusta. Gerardo es un hombre de oración, un hombre de Evangelio,
un hombre de Iglesia misionera!

Del 9 al 13 de diciembre de 1968 fue el anfitrión del segundo encuentro del Grupo Golconda en Buenaventura. Dado el apoyo y simpatía que siempre manifestó, su presencia episcopal en el grupo dio para que se creyera que él era el inspirador. Testimonios de integrantes del grupo concuerdan en afirmar que allí Gerardo se opuso a la lucha armada, con la que simpatizaban algunos de sus miembros. En un momento de la discusión, Gerardo se puso de pie y alzando la Biblia les dijo: “Esta es mi única arma!”.

En Caracas, septiembre 14-19 de 1969, se reunió con los obispos de las Comisiones Episcopales de América Latina con el fin de tomar conciencia ante los problemas sociales y sus consecuencias pastorales, dejando propuestas líneas de acción para la Pastoral Misionera.

En Sasaima (Cundinamarca) en febrero de 1970, participa en el tercero y último encuentro del Grupo Golconda. En ella deja claro que su única pretensión era de carácter pastoral y anuncio de la Buena Nueva. Salta a la vista su preocupación por vivir y morir siguiendo el espíritu de Jesús, como lo hicieron las primeras comunidades creyentes.

Los años 1969-70-71-72 son los más duros para Gerardo y para la Iglesia de los Pobres. Es la época en que se le calumnia, denigra y se le da el apelativo del “Obispo Rojo” impuesto por el periodista Jaime Arango del programa “Buenos días Colombia” de la Cadena Radio Super.

En 1969, desde el ICODES (Instituto Colombiano de Desarrollo) en Bogotá, junto con Gustavo Pérez, Camilo Moncada, René García, la Hna. María Elena Ángel y Noel Olaya crean el Departamento de Teología. Desde esta oficina se gesta un epicentro de la Teología de la Liberación no solo para Colombia sino para América Latina, en especial Centro América.

Todo este dinamismo tenía que ver con que en Bogotá estaba la sede del CELAM. Se difundía los documentos de la Iglesia y diverso material de apoyo, como el de los Delegados de la Palabra de Honduras (Centro América), que se daba a conocer a los obispos, clero y religiosas. Desde allí se organizó el primer Simposio de Teología de la Liberación realizado en Bogotá del 6 al 7 de marzo de 1970 con más de mil participantes.

En Iquitos (Perú), marzo 21-27 de 1971 estuvo reunido con obispos y seglares misioneros de 5 países: Perú, Venezuela, Colombia, Bolivia, Ecuador. En esta ocasión a la Luz de la Palabra y los documentos de Melgar y Medellín, se analizó y reflexionó sobre las angustias y esperanzas de los pueblos amazónicos.

En Medellín Gerardo toma el avión de Satena DC3 HK661 el 21 de enero de 1972 con destino a Buenaventura, que luego se “accidentó” en Los Farallones del Citará entre Antioquia y Chocó. Crimen del Estado hasta ahora impune. El avión no se estrelló, explotó en el aire, según testimonio de los campesinos. Monseñor fue enterrado en Buenaventura el 6 de febrero de 1972. Sus restos reposan en la nave izquierda de la Catedral.

Cuando recordamos a nuestros seres queridos que han regresado a la Luz de la Vida los hacemos presentes. ¡Es resucitarlos! Su testimonio y enseñanzas hoy nos siguen llamando al desafío de crecer y avanzar en nuestros compromisos. Esto es lo que me sucede al compartir lo que viví, conocí y aprendí con Gerardo en este caminar de la vida hacia la Esencia Divina.

Puedo decir que vivió intensamente la vida, el Evangelio y su pertenencia a la Iglesia. Supo anunciarnos con su vida la Buena Nueva “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados” Mateo 5:6

 

Fuente: 50 años del supuesto accidente de aviación que le cegó la vida a nuestro obispo profeta Gerardo Valencia Cano##Olga Lucía Álvarez Benjumea/Presbítera Católica Romana » Redes Cristianas



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