OPINIÓN
29 de junio de 2025
Pensar la época:

Foto: Gisela Volá
Raquel Gutiérrez Aguilar es una intelectual y activista que invita a una reflexión crítica y profunda para entender “cómo llegamos hasta acá” en relación al presente de países como Argentina, Ecuador y El Salvador. “Estamos atrapadas entre un progresismo impotente y una derecha enloquecida”, interpela.
Por Natalia Concina
Raquel Gutiérrez Aguilar tiene varios títulos (es matemática, filósofa y socióloga) pero es, sobre todo, una activista y referenta a la hora de pensar “con espíritu crítico y útil” el cómo potenciar las luchas sociales, un problema recurrente de quienes buscan transformaciones profundas para no caer en la autocomplacencia o en un autoflagelo desesperanzador.
Después de haber sido parte de movimientos como el Ejército Guerrillero Tupac Katari (EGTK) —organización político-militar principalmente aymara que operó en el altiplano boliviano entre 1986 y 1992— y del colectivo que llevó adelante la Guerra del Agua en Cochabamba en 2000, mantuvo el espíritu de poder recuperar y reflexionar sobre prácticas sociales y creó (junto a otras compañeras) el seminario de investigación “Entramados comunitarios y formas de lo político”, en el posgrado de Sociología en la Universidad Autónoma de Puebla (México).
El Seminario se convirtió en un semillero de ideas y refugio de activistas y pensadores de nuevas formas de pensar/hacer política que, en América Latina, podrían fijarse como punto de inicio a partir de la irrupción del Zapatismo, en enero de 1994. También han buscado, con diferentes escalas (y éxito), la construcción de alternativas políticas surgidas desde abajo donde sus protagonistas buscan recuperar “su capacidad de decisión sobre la forma en que desean producir y reproducir los ámbitos materiales y simbólicos de su vida”.
Dispuesta siempre a reflexionar sobre el presente, Gutiérrez Aguilar dialogó por videollamada con el programa Después de la Deriva en una extensa entrevista que desde Tierra Viva se recuperan sus fragmentos más resonantes.
—¿Cómo ve el presente?
—Percibo un momento muy convulsionado a nivel internacional, un gran avance de las derechas más reaccionarias en todos lados y el desconocimiento de prácticamente cualquier normativa de aquellas de la postguerra mundial que regulaban más o menos algunos de los asuntos más brutales que existen. Además tenemos una multiplicidad de procesos de acumulación del capital entrando en contradicción fuertemente al interior de las distintas fracciones que lo sustentan, lo que genera también un montón de inestabilidad e incertidumbre. Por otro lado, hay un momento muy duro en América Latina, en Abya Yala, porque se ha mostrado toda la impotencia de los progresismos. Pues más allá de las buenas intenciones de una que otra persona o de cierto momento deslumbrante --donde parecía que algunos personajes condensaban las aspiraciones de transformación anidadas de manera muy variopinta-- lo cierto es que no pudieron hacer lo que ofrecieron. Entonces tenemos un progresismo impotente y una derecha enloquecida, estamos atrapadas. Es decir, es un momento difícil para quienes estamos siempre trabajando por producir tramas antipatriarcales por lo común. Es un momento en el que necesitamos refugio, respaldo y reflexión. Creo que estas tres “R”, pueden ser útiles para atravesar este momento.
—Habla de “reflexión”. ¿Cómo se hace en este momento, en Argentina por ejemplo, para realizar una crítica del progresismo sin ser acusada de "hacerle el juego a la derecha"?
—Hay que hacer una reflexión crítica y autocrítica, hay que ser dura con una misma y con el resto, y no hay que espantarse de que te respondan y te pongan otras personas que tú quieres que sean tus amigos y que te escuchen en un lugar donde tú sabes que no estás. Ese es un poco el truco. Esta cuestión polarizada de “o estás conmigo o eres parte del enemigo y le haces el juego a la derecha” es un mecanismo brutal de despolitización y lo hemos estado viendo en todos los lugares porque es un mecanismo que silencia. Aquí hay que apoyarse en muchos conocimientos sintéticos brindados por luchas feministas de mucho tiempo atrás que dicen: ‘Aquí no estamos para complacer, aquí estamos para decir, para pensar, para buscar, estamos para reconstruir, en fin’.
—¿Algún ejemplo en ese sentido?
—Un momento muy duro a nivel continental fue en 2019 cuando Evo Morales se va a México. Fue un momento durísimo de polarización porque el modo como se planteaba era: “Fraude o golpe”. Y te tenías que identificar en una de esas cosas. Y cuando una intentaba explicar que no se trataba de un rechazo al MAS (partido de Morales) sino a la perpetuación de Evo en el poder. Es decir, había rechazo a que se atornille a un cargo un solo personaje, por más méritos que tenga, porque eso iba en contra de las prácticas comunitarias, iba en contra de las formas de hacer política que hemos ido ensayando a lo largo de los últimos 20 o 30 años… Eras vista como una enemiga. Entonces, sin negar todos los acosos, todas las formas de ataque de todas las maneras en las que otros gobiernos y otras fuerzas empresariales, trasnacionalizadas y locales intervienen en política, igual hay que poder decir y nombrar que las decisiones y las acciones de muchísimos políticos son muy dudosas. Y yo creo que esto se enlaza con una pregunta muy vigente que es: ¿Cómo llegamos hasta aquí?
"Los cambios ocurren de abajo para arriba"
—-¿Qué sucede en México con el gobierno de Claudia Sheinbaum, seguidora del espacio de Manuel López Obrador?
—En México acaba de pasar una inmensa movilización del magisterio (docentes) organizado democráticamente con una demanda que incumbe al conjunto de reformar el sistema de pensiones. Lo que se le planteaba a este Gobierno progresista era la necesidad de cambiar la Ley de pensiones vigente que establece cuentas individuales de ahorro. Resulta que ese dinero ahora no alcanza pero quienes manejaron esas cajas todos estos años se han enriquecido terriblemente, los profesores hablan de siete billones de pesos anuales. La respuesta del Gobierno fue que no se iba a cambiar la Ley de Pensiones, y que les dan un bono de aquí, una compensación por allá, es decir que los tratan de sobornar a la vieja usanza para que se decline la lucha popular. Fue bastante difícil que se fueran los profesores de la Ciudad de México, porque vinieron de muchos lados del país y acamparon en esa gran explanada del Zócalo. Pero se fueron. Y desde el Gobierno el argumento fue que no se puede en este momento porque no alcanza el presupuesto, pero tampoco se habilitó el debate.
—¿Hay allí algunas pistas de cómo llegamos hasta aquí?
—Cuando pasan cosas como una separación entre el Gobierno y la sociedad, un desprestigio enorme, una confusión gigante, etcétera, pues la pregunta es ¿cómo llegamos hasta aquí? ¿Qué hicieron para que les perdiéramos todo el afecto que en algún momento pudimos haberles tenido cuando sentimos que podían ser un condensación —defectuosa, parcial pero una condensación al fin— de anhelos de transformación. Por eso es que la exigencia en esa reflexión de crítica y autocrítica es muy importante. Y esa autocrítica no tiene que ser de autoflagelo sino de mirar estos hilos de energía social, de vitalidad que se nuclea, que genera confianza, que adquiere capacidad de irrupción en el espacio público, y que va señalando algunos de los caminos que debieran seguirse para ir desmontando aspectos de las peores acciones de explotación y de despojo. Pero eso por lo general no pasa en los gobiernos progresistas porque los abduce el Estado, los mutan. Algo les pasa…
—-¿Y qué es lo que les pasa?
—Tengo una impresión, muy general... que al quedar dentro del aparato del Estado, y estar ocupando lugares altos en un orden de mando, empiezan a confundirse muy duro con cómo ocurren los cambios. Los cambios ocurren de abajo para arriba y ocurren con trabajo organizativo, reflexivo, político, de sostenimiento, de garantía de reproducción. Con todo eso ocurren los cambios, no ocurren porque se tomen las decisiones adecuadas. Entonces, estamos atrapados en ese loop que ya lleva tiempo y que ya está muy desgastado. Ahora, ¿qué pasa cuando se desgasta eso que también ha sido un mecanismo de contención de las luchas y de encauzamiento hacia sus formas más suaves, hacia sus formas más manejables? Pues directamente ponemos a los Milei o a los Bukele del mundo, inventamos guerras o sacamos fuerzas represivas a la calle y hacemos obedecer a todos a golpes y a balazos. Pero volviendo a México, ahorita, tenemos fuerzas que están comenzando a disputar el asunto público que son las madres buscadoras de las cientos de personas desaparecidas, los profesores de escuelas públicas y los feminismos. Es decir, son los actores que están planteando en qué nos gastamos el dinero, qué necesitamos hacer, qué conviene y qué no, es decir, que están dando una disputa política de fondo sobre aquello que conviene y lo que no conviene.
"Los hinchas de fútbol defendiendo jubilados fue lo máximo"
—¿Cómo ve a la Argentina?
—La vemos con mucha tristeza y nos preocupa mucho, sobre todo la escalada represiva que se va viendo. Son esos momentos en los que parece que vamos a tener que activar esas redes de refugio y respaldo a la vieja usanza, como decíamos al principio. Pero vemos también con mucha preocupación que no hay mucha claridad, o al menos no he encontrado alguna explicación que me parezca suficiente, de cómo se llegó a este momento. ¿De dónde salió ese señor Milei con su gobierno del horror? ¿Cómo pasó? ¿Qué es lo que se agotó? ¿Qué es lo que tenía tan cansada a la gente que pudo ser capitalizado ese descontento? ¿Qué cosa no se hizo bien en los anteriores años? Siento que esas preguntas están en el tintero, y no escucho mucha respuesta y me preocupa porque son justo en estos momentos tan malos cuando hay necesidad de reflexionar con fuerza y aprender para intentar que no vuelva a repetirse de la misma manera. Yo reconozco los esfuerzos de muchos grupos feministas en Argentina que han estado llamando, entre otras cosas, a combinar las luchas, a enlazar las luchas. Y ha habido movilizaciones muy grandes y muy potentes y siento que son cada vez más hábiles en nombrar los problemas específicos donde se anudan contradicciones. Pero sí me llama mucho la atención ahora que veo este nuevo momento de “vamos todos a defender a la señora Cristina (Fernández, por la ratificación de la sentencia a seis años de prisión e inhabilitación para ocupar cargos públicos)”. Y hay que defender a la señora Cristina, pero no podemos distraernos plenamente en eso. La señora Cristina es una más de las agraviadas por una justicia terrible, pero si ponemos toda la energía para allá, vamos a cometer el típico error que nos decían en mi juventud cuando todavía hacíamos huelgas con tomas de instalaciones: en ese entonces, los compañeros mayores decían: “Va a venir la represión, van a detener a algunos, pero nosotros no podemos ceder el plan de lucha por la liberación de los compañeros. No hay que abandonarlos, pero no hay que cambiar el plan”. Bueno, eso es lo que se ve desde aquí, que en este momento en el que iban entrelazando las luchas bastante bonito, por ejemplo, esos hinchas de fútbol defendiendo jubilados fue lo máximo. Pero entonces ahora hay mucha energía yéndose para ese otro lado. Quizás sea sólo estas semanas y después se siga peleando colectivamente sin dejar eso de lado, porque nadie tiene que estar mal encarcelado, pero sin que esto no se convierta en un embudo de esa energía para otros fines que se vuelven otra vez incontrolables por las bases de las personas movilizadas.
Ver nota completa en: https://agenciatierraviva.com.ar/pensar-la-epoca-es-un-momento-en-el-que-necesitamos-refugio-respaldo-y-reflexion/
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