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EXTRACTIVISMO

14 de julio de 2024

Milei y el pacto extractivista: no la ve, señor presidente

ARGENTINA:
Javier Milei arremetió, por cadena nacional, contra los sectores socioambientales e hizo una defensa fanática de la "explotación de los recursos naturales". El análisis histórico, y los ejemplos presentes, confirman que el extractivismo no genera desarrollo local ni riqueza para el país. "El coloniaje avanza en sus diversas formas", afirma la respuesta al Poder Ejecutivo.

Por Diego García Ríos

El “Pacto de Mayo” fue firmado el 9 de julio en la Casa de Tucumán. El documento de diez puntos, que no tuvo discusión alguna, fue impulsado por el Poder Ejecutivo y refrendado a “libro cerrado" por 18 gobernadores. En este artículo analizamos el séptimo punto del acuerdo: "El compromiso de las provincias argentinas de avanzar en la explotación de los recursos naturales del país".

No la ve, señor presidente. Aquello que en su discurso denomina “recursos naturales", en realidad son bienes comunes de la Tierra o, si nos posicionamos en un lugar antropocéntrico —como le gusta hacer a usted—, esas naturalezas pertenecen a las personas que habitan cada territorio. Desde el subsuelo que le corresponde a las provincias hasta la biodiversidad que nutre cada paisaje, pasando por la energía solar que alimenta paneles solares, el viento que mueve molinos o el agua de lluvia que riega gratuitamente campos privados; los elementos de la naturaleza son de todos. Porque si tanto pregona el sentido de la libertad, cada habitante de nuestro país tiene el derecho a gozar de un ambiente “sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras”, tal como está escrito en la Constitución Nacional, que su gobierno y los dieciocho gobernadores dicen defender.

No la ve, señor presidente. Los “recursos naturales” no han sido dados por Dios ni generados por ninguna fuerza del cielo. El planeta Tierra, tal como lo conocemos hoy, se configuró a partir de la dinámica de procesos físico-naturales de carácter endógeno (interno) y exógeno (externo) que formaron y modelaron los distintos elementos que se encuentran dispersos en las profundidades de los océanos, el interior de las montañas y mesetas, la biodiversidad o la disponibilidad de agua. Puede consultarle a geólogos, geógrafos, biólogos y otras disciplinas afines, que basan sus argumentos en métodos científicos (de los cuales usted se vanagloria para llevar adelante su ortodoxia económica) y no en la mera fe o creencia religiosa.

No la ve, señor presidente. La riqueza de las naciones no se produce sólo por la explotación intensiva de los elementos de la naturaleza. En la historia, no existe evidencia empírica de país alguno que se haya desarrollado exclusivamente con la explotación de sus bienes comunes. Las provincias argentinas que basan sus economías en extractivismos rentísticos de enclave han visto crecer sus indicadores de pobreza y desigualdad. ¿Le suena la palabra “industria”? Tal vez faltó a esa clase de su formación económica donde se aprende sobre el valor agregado de los commodities. O quizás tiene amnesia, o directamente desinterés. O mejor dicho, interés en que la industria nacional justamente no se desarrolle o se vaya a pique. Ese vocablo no figura en los diez puntos del pacto. No es casualidad.

No la ve, señor presidente. Los ambientalismos en Argentina no son minoritarios, conforman una fuerza social que crece en todas las provincias y vela por la calidad de vida de los seres vivos, entre los que se encuentran la flora, la fauna, pero fundamentalmente, las personas en las que usted dice hacer foco. Eso significa que defienden no sólo condiciones de resguardo o protección ecosistémica, sino que luchan por causas sociales, porque entienden que sin justicia ambiental no hay justicia social. Somos conscientes que a usted, señor presidente, la justicia social le parece una aberración, pero ¿qué tipo de libertad irrestricta considera en su discurso cuando no se garantizan condiciones materiales de supervivencia económica o saneamiento ambiental para el desarrollo y la reproducción de la vida?

No la ve, señor presidente. El ambientalismo no es financiado por millonarios extranjeros. Si así lo considera, entonces presente pruebas para que la población pueda creerle. Si no las posee y entonces se refiere a las organizaciones ecologistas no gubernamentales de carácter internacional que tienen presencia en nuestro país y cuyo financiamiento económico se da gracias a la colaboración de distintos actores. Entonces, habrá pie de igualdad con los variopintos fondos que usted recibió para la campaña electoral o bien, cuando utiliza el dinero de las arcas públicas para cumplir “el sueño del pibe” visitando a sus amigos magnates del mundo tecnológico y empresarial. Pero bueno, entendemos que bajo su interpretación, existen los financiamientos buenos y los financiamientos malos.

No la ve, señor presidente. La mirada antropocéntrica que posa sobre nuestro vínculo con la naturaleza no nos dará prosperidad, como sostuvo con ahínco en su discurso. De hecho, es la concepción que nos trajo hasta acá como mundo y como país: una perspectiva donde los ecosistemas son vistos como una góndola de productos de los cuales servirnos para abastecer las necesidades de ¿quién sabe? En la escuela nos enseñaron que los “recursos” sirven para satisfacer las demandas de todos. Pero esto, ¿es realmente así? En sus clases de economía ¿no le enseñaron el concepto de escasez y finitud de los recursos? Porque quizás también crea que son conceptos del marxismo internacional o mentiras de la casta doméstica.

No la ve, señor presidente. El diagnóstico que hace sobre la Cordillera de los Andes o el Mar Argentino no es correcto. Los proyectos mineros en Argentina no han cesado de crecer en este siglo XXI, a partir de la sanción de la Ley de Inversiones Mineras del menemismo que ningún gobierno posterior se “animó” a derogar. Y en cuanto a la riqueza ictícola que usted sostiene con seguridad que es robada por agentes internacionales, es válido preguntar: ¿acaso importa la bandera de la embarcación cuando el objetivo es el mismo? Sobreexplotar un recurso para terminar exportando la mayor cantidad a mercados extranjeros, incluso sin procesamiento en plantas continentales para emplear mano de obra local, es el modus operandi de empresarios de la pesca “propios” y ajenos.

No la ve, señor presidente. El extractivismo rentístico de enclave no genera desarrollo ni prosperidad en las poblaciones. Deja, en cambio, un tres por ciento de regalías a las provincias (que se podrán incrementar a cinco por ciento en nuevos proyectos, tras la aprobación de la Ley Bases, pero solo durante tres años) sobre todo lo que se extrae y algún que otro botiquín en los hospitales de la zona. Estas dádivas fueron a buscar los gobernadores con su firma. La pobreza se combate con trabajo genuino y a largo plazo, no con capitalismo de rapiña incapaz de producir valor agregado en los territorios locales. Ejemplos de ello, sobran en cada rincón del país.

El coloniaje avanza en sus diversas formas. Ejemplos de ello, también sobran. Su sueño sobre la no intromisión del Estado en la política territorial y económica, se está cumpliendo, gracias al acompañamiento de gran parte del arco político. Pero ojo: no vaya a ser cosa que los Estados formados por las empresas que usted quiere atraer e instalar, se lo terminen devorando. Cría cuervos y…¡viva la libertad, carajo!



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