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TEOLOGIA

7 de febrero de 2024

Acumulación individual o distribución social. Las convalidaciones ético-religiosas en situación política

Primera ponencia del Pbro. Dr. Marcelo Trejo. Teólogo.
El XXXVIIº Seminario de Formación Teológica se realizó en la ciudad de Frías, provincia de Santiago del Estero bajo el lema: Democracia, Territorios y Alternativas desde los pobres: Política, Reino y Resurreccion

Por: Dr. Marcelo Trejo 

 

  1. Una tierra que mana leche y miel

Abordar un poco y selectivamente algunos momentos bíblicos fundantes de Israel, abierto al camino de Jesús el Cristo, ayuda también a la comprensión de nuestro propios y actual derrotero argentino. Afirmaba el Papa Francisco que lejos de un escape de la realidad -fuga mundi -, “la fe se presenta como un camino de la mirada, en el que los ojos se acostumbran a ver en profundidad”.

Así pues, iniciamos en aquel tiempo donde Israel sostenía una experiencia teo-política gozosa. Siendo el Pueblo elegido, su experiencia se enclavaba en la promesa divina de una “tierra que mana leche y miel” (Num. 13, 27).

Una largo y fructífero tiempo de vivilidad bajo la Alianza con Dios: “Yo seré tu Dios; y ustedes serán mi Pueblo” (Ex. 6, 7). Sin embargo, fueron tantos años que la cotidianidad fue degradando y llevando al olvido la experiencia original, bajo el supuesto que “siempre fue así”.

De esa manera, el hito teo-político fundante se naturalizó en aquellos Israelitas del momento; además se con-naturalizó en las generaciones siguientes y se convalidó en sus estructuras institucionales de entonces.

Comodidad religiosa que separó bendición de Dios, por un lado; y tierra anhelada, por otro. Una cotidianidad de vida que adormeció la conciencia histórica de esperanza y luchas.

El “siempre fue así”, un sustancialismo inmutable que desdibujó en Israel la identidad de Pueblo Caminante y su Tesón de Militancia.  

Entonces, al perder la conciencia que los bienestares se crean, defienden y fortalecen, es probable que el tren de la historia siga rumbos diferentes a los presupuestados.

  1. Del Gozo y Deleite al Inevitable Cautiverio

Una memoria histórica e identidad perdida bajo el sofisma que “siempre fue así”. Es decir, un juego de palabras sociales e imaginarios políticos que paralizan los procesos históricos e invalidan a los actores de la lucha verdadera.

Un modo eficaz de licuar la conciencia histórica, el pensamiento crítico, la lucha por la justicia y los caminos de integración es vaciar de sentido o manipular las grandes palabras. ¿Qué significan hoy algunas expresiones como democracia, libertad, justicia, unidad? Han sido manoseadas y desfiguradas para utilizarlas como instrumento de dominación, como títulos vacíos de contenido que pueden servir para justificar cualquier acción (Cf. Francisco. Fratelli Tutti).

Dicho de otra manera y en contexto, “comodidad. adormecimiento cotidiano. naturalización, connaturalización y convalidación. Además de olvido y sin memoria”, fueron – y son – los factores que provocaron un verdadero desastre en torno a la alianza teo-política con Dios.

Esto no fue una simple banalidad. De un Israel, gozo y deleite de Dios (Is 62.4) pasó a un cautiverio en Babilonia.

  1. Cómo cantar a Dios en tierra extranjera

En aquel tiempo los servidores de Nabucodonosor, rey de Babilonia, subieron contra Jerusalén; la ciudad fue sitiada y llevó en cautiverio a toda Jerusalén: a todos los magistrados, a todos los guerreros valientes y a todos los herreros y artesanos. No quedó nadie, excepto la gente más pobre del pueblo de la tierra. (cf. 2 Reyes 24:10-17)

Ante tales circunstancias, donde los horizontes no se distinguen y los faros no iluminan rumbos confiables; la experiencia del Pueblo de Dios sin certezas ni referencias en el exilio babilónico, reflejan dichos desafíos.

En este momento no tenemos príncipes, ni profetas ni un sitio propio donde ofrecerte primicias, para alcanzar misericordia. Oh, Dios, cómo cantarte en tierra extranjera. Por tu piedad, no nos ocultes tu rostro.(Dn 3, 26 ss. Sal 137:4 ss. Sal 27,9)

En otras palabras, sin hitos referenciales no se puede reconstruir nación. Una vez más; licuar la historia, des-referenciar de las columnas constituyentes; vaciar las doctrinas identitarias, oscurecer o estigmatizar a quienes las sostienen o provocan, da un resultado eficaz. Caótico para Israel en cautiverio de 70 años. Exitoso para el poderío babilónico.

Por otro lado, se afirmaba que “no quedó nadie, excepto la gente más pobre del pueblo de la tierra”. Entonces sí quedaron.

Quedaron porque no referenciaban a nadie, según Babilonia. ¿Qué podía salir de ellos? Quedaron los “nadie”; el pueblo de la tierra; el pueblo de la patria; el pueblo de la tierra- nación que germinará. Aquí, un recuerdo que anticipa novedad redentiva: “Natanael exclamó: ¿Es que puede salir algo bueno de Nazaret? Felipe le contestó: — Ven y verás. (Jn 1, 46).

  1. Confortados en el Cautiverio/Convalidados en Jerusalén

La liberación por el Gran Ciro de Persia significó la vuelta de muchos judíos a Israel. Pero también, una gran mayoría engrosó la diáspora o dispersión de las comunidades judías fuera de Jerusalén.

Lo mismo de siempre, algunos ya se habían acomodado al sistema imperial. Enriquecidos en Babilonia optaron por quedarse. Otros, simplemente, decidieron irse a lugares ajenos y distintos.

Entonces, “cómo cantar a Dios en tierra extranjera” fue para muchos sólo poesía del recuerdo.

Sin embargo, muchos judíos con sus descendientes volvieron. ¡Y volvieron felices! Felices por su vuelta a la tierra bendita. Felices por sentirse confortados por Dios que retribuía bendiciones.

Felices, entonces, por sentirse convalidados con una teología que acentuaba la prosperidad como respuesta de Yahve. Un mérito a la fidelidad de aquellos en el cautiverio.

Teología yahvista de la prosperidad cuyo axioma principal sería: “el hombre es bien habido por Dios en su riqueza y salud”; mientras que “el hombre, mal mirado por Dios, se lo descubre por su pobreza y enfermedad”.

Una versión libre y actualizada de esta teología sería algo así: “He ahí los bendecidos hombres de bien, animados por las fuerzas del cielo”. Mientras que, “he ahí, los pobres de la tierra, los anawin, ninguneados y estigmatizados, alejados de los propósitos de Dios”.

  1. Bajo el manto de sospecha

Con la alegoría del Justo Job, las nuevas generaciones inspiradas pusieron bajo sospecha la ideología que co-rrelata la bendición de Dios con el tener ambicioso y el poder concentrado.

¡Cómo el Justo Job puede ser pobre, sin salud y sin pertenencia alguna!

Sus amigos teólogos insistían que reconozca su culpa e infidelidad. La lógica de la divina prosperidad no podía fallar.

Job contestaba: — No digas tonterías. Si aceptamos todo lo bueno que Dios nos da, también debemos aceptar lo malo. Bendito sea Dios (Job 2, 10).

La problemática queda sin resolución. Sin embargo, era un buen momento para preguntarse bajo qué paradigma de comprensión se asume la Alianza Dios- Pueblo; y, por ende, quienes son en verdad el Pueblo de Dios Fidelidad.

Un entredicho que también puede dar qué pensar hoy en el pacto constituyente argentino. ¿“El pueblo, ¿dónde está?”, solía ser la aclamación que nuevamente se actualiza  

En dicha perspectiva, los obispos en su Declaración de San Miguel (1984) afirmaban lo siguiente:

[Se trata de] discernir una acción liberadora o salvífica desde la perspectiva del Pueblo y de sus intereses. Por ser éste, sujeto y agente de la historia humana, “está vinculado íntimamente a la Historia de la Salvación”. Los signos de los tiempos se hacen presentes y descifrables en los acontecimientos propios de ese mismo Pueblo o que a él afectan.

Texto junto a otros del Capitulo Pastoral Popular que – al decir del teólogo conspicuo Lucio Gera – fue una “promesa inconclusa”.   

La conveniente presencia comprometida de los obispos argentinos se extraña y reclama; sobre todo cuando el principio cristiano de “participación” - comieron todos y sobró (Mc 6:41-43) - se desdibuja ante el criterio religioso de “acumulación”.

Un reciente entretejido alarmante se visibiliza de a poco. Los principios religiosos que fueron los orientadores de prácticas sociales participativas y aquellos dadores de sentidos políticos para un Estado presente en medio del pueblo, se desplazan sutilmente.

Acciones deliberadas que, frente al núcleo teologizador humanista y solidario de la doctrina social cristiana se le va instalando un factor convalidante basado en criterios éticos sionistas liberales.  De allí, la no sorpresa del deterioro de los contratos sociales, sobre todo con el mundo pobre popular.

  1. Un Jesús con historia de Pueblo

Le tengo miedo a los salvadores sin historia. ¡Cuando viene un salvador sin historia, sospechá!». (Francisco)

Después de la celebración de la Navidad, uno de los textos bíblicos preponderantes de ese tiempo es la genealogía de Jesús (Mt 1, 2-16). 

Evangelio que narra una lista hilvanada de 42 generaciones antecedentes del recién nacido en Belén y cuyo propósito es manifestar el “status histórico” del mismo.

Una historiografía de hombres y mujeres lo preceden: reyes, profetas y profetizas, eventos para elogiar y desdichas de acciones mal habidas, sueños sostenidos, duras resignaciones y traiciones del camino.

En medio de esa tradición de luces y sombras se enclava Jesús, el Cristo. Quien no tuvo reparos de su propia historia ni vergüenza de llamarnos hermanos en humanidad (Hb 2, 11), porque sin pasado reconocido y aceptado no hay posibilidad de futuros reconformados.

Por otro lado, el propósito de dicho texto evangélico también quiso dejar asentado la validez de esta larga historia familiar enmarañada, debido a corrientes teológicas-espirituales que pretendían evocar a un Jesús sin historia, sin tradición y sin pueblo.

Un Cristo impoluto bajado de los cielos, ajeno a la necesidad de contextuarlo en sus tiempos socio-políticos-religiosos. Manera interesada para adecuar e instrumentar su figura humano-divina, perfilando así un estilo de seguidores/as en la misión. Un Jesús sin historia de pueblo habilitante para lideres sin verificación.

Modo errado de pensamiento y actitud. “Docetismo” – así se llama esta tendencia política espiritual – que la doctrina cristiana la declaró herética pues “nada se redime si antes no es asumido”, afirma Ireneo de Lyon, teólogo del siglo II.

Lejos entonces de un neo-docetismo que recorta la historia de los pueblos o pretende interpretar soluciones con individuos fantasmales. Personajes que se ofrecen cautivantes, pero sin tradición alguna.

¡Eso mismo es la propuesta! Afirmaciones endebles y vacuas, imposibles de sostenerlas en tiempos y procesos. Nunca «una discusión sana sobre proyectos a largo plazo para el desarrollo de todos y el bien común. Solo recetas proselitistas inmediatistas que encuentran en la destrucción del otro el recurso más eficaz. Un juego mezquino de descalificaciones y de permanente de cuestionamiento y confrontación» (Francisco).

  1. Una respuesta teo-política

En síntesis, afirma el papa argentino: «Pensando en el futuro, algunos días las preguntas tienen que ser: “¿Para qué? ¿Hacia dónde estoy apuntando realmente?

Con todo lo desarrollado, esta pregunta que tiene un carácter político también espera una respuesta religiosa. Más aún, la pregunta se trasforma en respuesta teo-política.

La respuesta nos encontrará sumergidos en un camuflado docetismo herético actual o tras los pasos de Jesús “historia y eternidad sin confusión ni división”, verdadera profesión de fe y militancia cristiana.

Es tiempo de “plantar banderas” indicaría San Ignacio de Loyola, tras un discernimiento de espíritus y tendencias en la historia misma de los pueblos; y hoy del Pueblo que construye Nación Argentina.-  

 

 

 



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